Entre Lancelot, Florentino Ariza y Francisco Leal

Mucho tiempo soñaba con ser aquel Harry del "Lobo estepario", de hecho vivía como aquel y soñaba con aquella Armanda que me invite a la locura con una tarjeta y me invite a un circo mágico, otras tantas veces era aquel Martín de "sobre héroes y tumbas" que buscaba a su anhelada Alejandra princesa dragón, muchas otras veces me encontraba fascinado como ese Adso de Melk que en la Abadía del "nombre de la rosa" descubría a una mujer "hermosa y terrible como un ejército dispuesto para el combate.

Otras cuantas veces quería ser "el cartero de Neruda" o me hubiese encantado que me utilice una mujer entre pajonales como relata el maestro Pablo Neruda en su "confieso que he vivido", he soñado con amores que maten como el del cura Cayetano Delaura hacia Sierva María en "del amor y otros demonios", he soñado con idiolios y amores a lo "Benedetti" y aunque he sufrido eso de que "su amor no era sencillo" he sabido esperar.

Así llegué a una historia en la que me descubro como un Lancelot que rescata a una damicela en peligro que no le pertenece pero se entrega con toda devoción, tal cual Crétien de Troyes narró hace siglos, a veces esperando como Florentino Ariza a que la bella Fermina Daza pueda estar disponible para él como en "El amor en tiempos de cólera" o simplemente compartir el cruce de mundos como un Francisco Leal tratando de mostrar a Irene Beltrán el camino que les conduzca a la libertad y puedan huir a donde puedan ser felices, como en aquel maravilloso "de amor y de sombra".

En esas ando descubriéndome, reinventándome, lanzándome como si fuera un personaje de un libro que se escribe día a día.

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