A 90 minutos de la gloria

He vuelto, no estaba muerto, estaba de parranda jaja no mentira la verdad se me ha cortado la inspiración últimamente, esto de retomar mi blog no ha sido fácil luego del espacio de tiempo que le dedique a caramelito.

Comencemos por ahí, con caramelito las cosas están claras, al menos por acá, lo que siento sigue siendo muy fuerte y aunque el modo sinembargo opera bastante bien, no creo vaya a anclar mi velero por otros puertos. Una vez más caramelito estuvo conmigo y me envió su buena suerte en vivo con abrazos únicos e irrepetibles, algo me dice que esta historia se va a poner interesante.


Hoy Liga jugó los primero 90 minutos más grandes de su historia, su primera final de Libertadores, algo único e irrepetible, de las cosas que uno anhela en la vida, aparte de tener un hijo, una mujer que le complete a uno y realizarse como persona, el que tu equipo favorito llegue a alcanzar la gloria es de lo más hermoso que le puede suceder a un hombre.

Hoy Liga mi novia eterna, la que siempre está jugó muy bien y está a 90 minutos de la gloria, los que me conocen en el ámbito intelectual deben tener algo de problemas en comprender como un pseudo intelectual, medio escribidor se deja llevar por una pasión que consiste en saltar y gritar los domingo o miércoles o cuando juegue un equipo de 11 personas que patean un balón.
Señor@s si no lo sientes no lo entiendes, hay cosas que escapan a la racionalidad y esta es una de esas, que a lo mejor los hombres nacemos con un chip o un software que corre la pasión por el fútbol, o el basket o cualquier deporte puede ser, en mi caso nací con la predisposición a dejarme engatuzar por el futbol y luego por un color y un escudo con una U y querer a esa institución con todo el corazón, que no siempre se puede estar es cierto, que a pesar de todo, como dice la frase el futbol es lo más importante de lo menos importante, Liga tiene ese no se que que le cambia el sabor a la comida, que alegra el clima, desaparece las preocupaciones, tan solo ganando, estando ahí, en la cancha de Ponciano, en el olímpico atahualpa o tan solo en la tele.

La tarde empezó bien luego de encontarme con caramelito para volver a casa, esos trayectos son tan bacanes por decirlo menos, la suerte, los abrazos, todo bien. Llegar a casa comer algo, cambiarse el atuendo por el de la cábala, el de toda la copa y bajar a la previa con los panas, los de toda la vida y los de hace algunos años, todos con la misma ilusión, todos los que hemos esperado tanto por este momento nuestra primera final continental, contra el Fluminense de Brasil, un equipo que dejó afuera a grandes como a Boca y Sao Paulo, lluvia en la tarde, escampamos en la casa del pana, verles beber a los panas porque no podía beber hoy, luego bajar a la cancha, acolitar a meter el Norton en fundas en las capuchas, acolitar a los panas a entrar al estadio con las entradas falseta escaneadas, eso estuvo buenazo, luego esperar una hora para la salida de Liga y el comienzo de la culminación de un torneo espectacular.

Saltó Liga a la Cacha y el recibimiento fue inmenso, increible, irrepetible. A los dos minutos comenzamos a ganar cn un golazo, luego se vino el empate del Flu, pero Liga no se guardó nada y llegaron tres golazos y con ellos los abrazos, con propios y extraños, los yo te daré ... que retumbaron el Estadio, las bengalas, el papel y la ilusión a punto de salir en forma de lágrimas, en el segundo tiempo descontaron los cariocas, pero Liga cumplió, ganó acá, la ventaja es de dos goles y la ilusión viajará a brasil, a dejarlo todo por el sueño colectivo, en un país donde solo el jefferson perez marchista ha logrado ganar competencias internacionales, donde hay tanto lío, tanta vaina y pendejada en un territorio de gente amable y maravillosa, ya es hora que un grupo de hombres logre un triunfo colectivo, que la parcialidad blanca lo festejará más, talvez pero esta vez Liga se sacó la bandera de la ciudad y se puso la de Ecuador.

Y mañana volveré a la normalidad con una chispita en mi corazón de una ilusión de un sueño que puede ser en una semana más en Río de Janeiro.

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